viernes, junio 29, 2007

Los entrenaditos de Fernando de Vicente, o como PC City miente a sus clientes

Así que un 14 de abril cualquiera, aprovecho un sábado por la tarde aburrido y me voy a PC City a comprar una tarjeta gráfica. No era para mi, sino para mi hijito que lo "necesitaba" para jugar a juegos. ¿Que si es un consentido? Hombre, un poco. Pero esa no es la cuestión.

La cuestión es que acabe gastando casi 100 euros en un GeForce6 de 156 MBs DDR y, durante un par de semanas, mi hijo fue feliz masacrando marcianos y haciendo girar el cubo tridimensional de Beryl y Compiz.

Pero hete que el día 9 de mayo el ordenador decide no arrancar. Hum. Si hubiera algún síntoma, una serie de pitidos, algo, podría empezar diagnosticarlo. Pero nada: Botoncito. Clic. Pantalla negra. Ni secuencia de arranque ni nada.

Tengo un amigo que regenta una tienda de ordenadores. Es de fiar, así que me lo llevo para allá. A los cinco minutos tengo el diagnóstico: La tarjeta gráfica ha fallado. Menos mal que guardé la caja.

Al día siguiente estoy en la sección "Clínica" para reclamar mi dinero, o, en su defecto, que me cambien la tarjeta... [<<< editado]

Empleado: ¿Ha traído el tícket?
Yo: [Aliviado] Sí, claro. Pensaba que iba a ser más difícil.
Empleado: [Examina ticket. Él frunce el ceño. Yo noto como me suben la palpitaciones] Ya han pasado más de quince días.
Yo: [Oh-oh. Sí va ser más difícil] ¿Y?
Empleado: Mire.

Señala un párrafo en el ticket con la uña del dedo.

"Para cualquier sustitución/devolución dispone de 15 días desde la fecha de compra. Debe presentar este ticket además de los embalajes, manuales, drivers, fundas originales y demás elementos suministrados con el producto."

¡Oh no!

Yo: ¿Y ahora qué hago?
Empleado: Tiene que reclamar al fabricante.
Yo: ¡Eso es absurdo! Esto me lo han vendido ustedes.
Empleado: Puedo darle el teléfono de nuestra atención al cliente.

Se larga y vuelve con una pegatina con número 902 que pega en la caja y me invita a que me vaya y llame desde otro lugar. Bien entrenaditos los tiene Don Fernando de Vicente.

Me voy con el rabo entre piernas.

Así que llamo a atención al cliente. Por supuesto que me repiten la misma cantinela: que si "yo no puedo hacer nada", que si "tiene que reclamar al fabricante", con intervalos de largos silencios (imagino para que me cueste más la llamada) cuando pido hablar con un superior. Por supuesto que no me pueden poner con un superior, por que, en España, superior al que contesta al teléfono, no hay nadie. Eso se sabe de toda la vida de Dios. Pero que muy bien entrenaditos los tiene Don Fernando de Vicente.

Viendo que sin estar físicamente presente, mis presiones no van a tener ningún efecto cuelgo a la descortés señorita y llamo a... un abogado.

Mira que tiene narices la cosa. Tener que ponerme en manos de un abogado para que me devuelvan 100 míseros euros por material claramente defectuoso. Así va el país.

Abogado: ¿Qué te han dicho qué?
Yo: Pues que como han transcurrido más de 15 días, que...
Abogado: De eso nada. Mírate la Ley de Garantías en la Venta de Bienes de Consumo, artículos 9, 4, 3 y échale un vistazo al 1 también, por si las moscas.

Y eso hice. Resumiendo: el vendedor de bienes tiene que responder durante dos años del producto. No quince días. Además, según el citado artículo 4, párrafo 2...

"La renuncia previa de los derechos que esta ley reconoce a los consumidores es nula, siendo, asimismo, nulos los actos realizados en fraude de esta ley, de conformidad con el artículo 6 del Código Civil."

O sea que la excusa de que hay un aviso impreso en el ticket no vale y la única función del mensajito es la de engañifla diseñada para exonerarse de sus responsabilidades como vendedor. Además, los responsables de la tienda no tienen empacho en admitirlo, como comprobará el paciente lector si sigue leyendo...

Así que me imprimo la ley, subrayo las partes más interesantes y, literalmente con la ley en la mano, me dirijo de nuevo PC City a hacer valer mis derechos.

Una breve charla sobre leyes después, tengo en frente al encargado de la tienda que no sólo tiene la desfachatez de admitir que me han mentido en mi anterior viaje, sino que se niega a devolverme el dinero, proponiéndome cambiar el artículo por otro igual. A estas alturas, mi confianza en PC City ha menguado sustancialmente y exijo de nuevo la devolución del dinero.

El encargado invoca el artículo 6 de la LGVBC (o sea, que se lo sabe, el hombre, se lo sabe) que viene a decir a que si las demandas del comprador son desproporcionadas o que no sean razonables, podrían desatenderlas...

Yo: O sea, que pago 100 euros por un producto defectuoso, que falla, me mienten, me hacen venir dos veces, perdiendo toda la mañana. Y, ahora, que me paguen de vuelta esos 100 euros ¿es desproporcionado...
Encargado: Sí, oiga, mire...
Yo: ... para PC City, ...
Encargado: Pero es que...
Yo: ... número 1 en tiendas de informática, ...
Encargado: Bueno, ya , pero...
Yo: ... con 29 tiendas en España y perteneciente a DSG international plc, líder europeo en venta de material eléctrico? [Bueno, estoy exagerando un poco, pero ya pilláis la idea.]
Encargado: Sí, ya, miré...
Yo: Oiga, más que nada para abreviar: ¿Hay alguna manera de que esta conversación acabe con usted devolviéndome el dinero?
Encargado: Pues no.
Yo: Muy bien. Deme la hoja de reclamaciones.

Sin inmutarse, profesional hasta el final, me lo pone delante y hasta me presta su boli. Superentrenados los tiene Don Fernando de Vicente.

Y en esas estamos, esperando la resolución de la oficina de consumo. La tarjeta, sus complementos y el ticket, junto con la hoja rellenada y mi copia de la LGVBC reposan sobre mi mesa. Veremos por cuantos meses.


Cómo no podía ser de otra manera, hay un corolario a lo anterior y es que el consumidor tiene el mercado que se merece. Es baladí culpar a las tiendas de abusar de los clientes sin recordar que estos se dejan abusar sin levantar la voz. Ya verías como un buen boicot haría que cambiaran de política.

Pero son grandes, tienen moqueta y venden hardware en cajas de muchos colores.

Yo caí como un primo. Me dejé seducir por la inmediatez (PC City supuestamente tiene de todo) y la disponibilidad (PC City abre los sábados por la tarde) para caer en la trampa. Nunca debí haberme dejado seducir por el oro y el moro y debería haber acudido a mi pequeña tienda especializada de barrio, a esa donde me diagnosticaron el problema en cinco minutos, una tienda donde conozco el nombre del gerente que me atiende, pero no precisamente por que lo lleve en una placa pegada al pecho, y dónde su política es "llévatelo y, si te gusta, te lo quedas y, si no, me lo devuelves".

Atención al detalle: no si han transcurrido menos de 15 días, no si viene en el embalaje original, no si no funciona, "si no te gusta".

La próxima no me ocurre.