martes, julio 03, 2007

Champú

Si me preguntaran cuál es el color del cabello de mi esposa, me retorcería nervioso y respondería con un "Depende...". Si me presionaran, complementaría la respuesta anterior con un "... de la última vez que fue a la pelu."

Así que imagínese mi consternación cuando, junto con la vituallas habituales, me encargó que le comprara champú. Me detalló cuidadosamente la marca y especificaciones del producto. Pero, claro, teniendo cromosomas XY, mi memoria es recesiva, al igual que la línea de mi pelo, y en el momento de cruzar el umbral de la puerta, toda esa información se evaporó de mi mente.

Y no me di cuenta de que me faltaba hasta encontrarme de pie, delante del expositor de productos cosméticos.

Hay que entender que, por motivos de seguridad, en mi súper mantienen a los champúes y geles encerrados tras una mampara de cristal. Para acceder a estos peligrosos productos, hay que llamar a la encargada y explicarle lo que quieres y ella te lo da.

Así que la señorita Encarni espera impaciente, llaves en mano, a que me decida. Seguro que tiene cosas más importantes que hacer, y me lo hace saber mirando su reloj cada cinco segundos.

Yo: Eeeeeeeeh... Ponten pro-ß.
Ella: ¿Champú o acondicionador?
Yo: ...
Ella: ¿Y para que tipo de cabello? ¿Liso, ondulado o rizado...
Yo: ......
Ella: ... sedoso, encrespado o permanentado...
Yo: .........
Ella: ... teñido, graso o seco...?
Yo: Oiga, mire ¿no tiene nada para pelo sucio?

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